Terroristas se adueñan de Miami
Por Roberto del Valle Menéndez
Este es el titular ausente en los últimos cincuenta años en El Nuevo Herald, y en los demás medios de prensa de los Estados Unidos. Coincidiendo con la existencia de la Revolución cubana, la ciudad de Miami se fue convirtiendo en el centro operativo de la contrarrevolución, mientras a los terroristas comenzó a llamárseles “luchadores anticastristas”, o suavemente “luchadores por la libertad y la democracia”.
Sin embargo, parecía que la historia iba a cambiar a partir de los trágicos sucesos del 11 de septiembre de 2001 cuando la voladura de las Torres Gemelas (World Trade Center), en Nueva York, hizo que el Presidente Jorge Bush interviniera ante el Congreso de su país en la madrugada del 21 de ese propio mes.
Entre sus ideas esenciales están:
1. Las directivas de los terroristas les ordenan matar a cristianos y judíos, matar a todos los estadounidenses y no hacer distinción entre militares y civiles, incluyendo mujeres y niños.
2. Hay miles de estos terroristas en más de 60 países. Son reclutados en sus propias naciones y en las vecinas, y llevados a los campos en lugares como Afganistán, donde son entrenados en las tácticas del terror.
Estos terroristas no matan sólo para extinguir vidas, sino para interrumpir y poner fin a una manera de vivir.
3. Los estadounidenses se están preguntado: ¿cómo vamos a pelear y ganar esta guerra? Dirigiremos todos los recursos a nuestra disposición –todos los medios de la diplomacia, toda herramienta de inteligencia, todo instrumento para la aplicación de la ley, toda influencia financiera y toda arma de guerra necesarias a la destrucción y la derrota de la red global del terror.
4. Les quitaremos la financiación a los terroristas, los volveremos el uno contra el otro, los haremos moverse de un lugar a otro hasta que no tengan refugio o descanso. Y perseguiremos a las naciones que proporcionen ayuda o refugio al terrorismo. Todas las naciones en todas las regiones deben tomar ahora una decisión: o están con nosotros o están con los terroristas.
5. Estas medidas son esenciales. La única manera de derrotar al terrorismo como una amenaza a nuestra forma de vida es detenerlo, eliminarlo y destruirlo donde quiera que crezca.
6. Pedimos a todas las naciones que se unan a nosotros. Pediremos y necesitaremos la ayuda de fuerzas de policía, servicios de inteligencia y sistemas bancarios de todo el mundo.
7. El terror sin contestar no sólo puede derribar edificios, es capaz de amenazar la estabilidad de gobiernos legítimos. ¿Y saben qué? No vamos a permitirlo.
Y los cubanos, nos preguntamos: ¿Y el terrorismo contra Cuba, desde los Estados Unidos, es diferente a este que provocó la muerte de más de
3 000 personas en unos minutos en Nueva York?. ¿Dónde está la diferencia? ¿Qué lo justifica ética y moralmente? ¿Merecen los cubanos el terror y los norteamericanos, no? ¿No se sabe que en cincuenta años acciones terroristas promovidas y ejecutadas desde los Estados Unidos han provocado más de 3 000 muertos y 2 000 heridos, y cuantiosos daños a la economía cubana? ¿Por qué permitir desde los Estados Unidos desestabilizar un gobierno legítimo, como el cubano, a través de acciones terroristas? ¿Desconocen las autoridades de inteligencia en los Estados Unidos que en Miami hay campos de entrenamientos para terroristas cubanos? ¿Cómo destruir la red global del terror si no se comienza por casa? Existen los terroristas buenos para el Gobierno de los Estados Unidos? ¿De dónde proviene el financiamiento de las organizaciones terroristas de cubanos existentes en los Estados unidos?
¿Cuántas preguntas más nos podemos hacer los cubanos? ¿Cuántas preguntas pueden hacerse los ciudadanos norteamericanos capaces de indagar sobre la existencia del terrorismo contra Cuba desde su propia nación sin justificación ética, moral y política alguna?
Los trágicos sucesos del 11 de septiembre de 2001 hubieran sido un momento excepcional para poner fin al injusto encarcelamiento de Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar, René González Sehwerert, Fernando González Llort, y Antonio Guerrero Rodríguez, patriotas cubanos hechos prisioneros en la madrugada del 12 de septiembre de 1998 en Miami por realizar actividades de inteligencia dentro de organizaciones terroristas de origen cubano.
Es una década de injusto encierro. Fue un juicio donde perduró la venganza política para mediante estos antiterroristas castigar la dignidad, el humanismo, la solidaridad, la obra y los principios de la Revolución cubana. Se demostró que ninguna de sus acciones iba en contra de la seguridad del Gobierno y pueblo norteamericano. Se demostró que ninguna institución armada, de inteligencia o de seguridad de los Estados Unidos fue objeto de la labor de inteligencia de estos hombres.
Aún así las condenas fueron, y son excesivamente severas.
El pasado 2 de septiembre la Corte de Apelaciones de Atlanta, en respuesta a las presiones de la mafia anticubana de Miami y al sector más reaccionario dentro del Congreso de los Estados Unidos, ratificó la culpabilidad de los Cinco Héroes cubanos y confirmó las sentencias de Gerardo Hernández de dos cadenas perpetuas más 15 años, y de 15 años para René Rodríguez, y autoriza a la jueza Joan Lenard, de la Corte de Miami, dictar nuevas sentencias a Ramòn, Antonio y Fernando en una ciudad de terroristas anticubanos donde nunca se debió de efectuar el proceso contra los Cinco.
Acaso no es de total hipocresía esta idea del Presidente Bush el 21 de septiembre de 2001 en la Casa Blanca, cuando afirmó: “Nos uniremos para fortalecer nuestras capacidades de inteligencia para conocer los planes de los terroristas antes de que actúen y encontrarlos antes de que golpeen”. ¿Los cubanos no entran en esa lógica de enfrentamiento al terrorismo que se gesta desde Miami?
En su alegato de defensa, Gerardo Hernández expresó que “lamentablemente hay muchas realidades que el pueblo norteamericano aún desconoce. Nosotros, desde el instante preciso en que se nos negó la posibilidad de realizar el juicio fuera de Miami, no albergamos la más mínima duda sobre cuál iba a ser el resultado”, y más adelante puntualizaba: “Es necesario que todos los países se unan en la lucha contra los terroristas, pero no contra algunos terroristas, sino contra todos los terroristas.”
Ramón Labañino, en cambio, puntualizaba: “Todo lo que hemos hecho es eso: tratar de salvar la vida de seres humanos inocentes, evitando el terrorismo y evitando una estùpida guerra”, y enfatizaba: “En ningún momento hemos buscado información que ponga en peligro la seguridad nacional de este país”.
Mientras el 14 de diciembre de 2001 en su defensa, René González decía: “Yo creo firmemente que se puede ser católico y ser buena persona, se puede ser judío y ser buena persona, se puede ser capitalista, musulmán o comunista y ser buena persona; pero no existe algo como una buena persona que sea terrorista. Hay que estar enfermo para ser terrorista, como hay que estarlo para creer que exista algo como un terrorista bueno”. Agregaba: “Al fin y al cabo todo este asunto de los agentes de Cuba tiene fácil solución. Dejen a Cuba tranquila. Respeten la soberanía del pueblo cubano”.
“La realidad es que a Cuba no le queda otra alternativa que tener personas aquí que por amor a su patria y no por dinero la mantengan al tanto de los planes terroristas y le permitan evitarlos siempre que sea posible. Esa es la razón de mi presencia aquí”. Valiente confirmación de Fernando González ante un tribunal que en Miami solo respondía a las presiones de las organizaciones anticastristas, todas de formato terrorista.
Antonio Guerrero, el poeta, dijo ante los jueces en Miami: “No hemos actuado por dinero ni por rencor. Ninguno de nosotros ha tenido la idea de hacer daño al noble y laborioso pueblo norteamericano. No lesionamos la seguridad nacional de este país”, y sentenciaba: “Nadie niega que el terrorismo es un fenómeno inhumano, despiadado y repugnante, y debe ser exterminado de urgencia”.
Este pensamiento humanista, ético, revolucionario y antiterrorista de los Cinco Héroes cubanos dista mucho del actuar de Orlando Bosch y Luís Posada Carriles, artífices confesos de la voladura en pleno vuelo de un avión de Cubana el 6 de octubre de 1976 provocando la muerte de inocentes, y gozan de total libertad en Miami.
Quiénes fueron, y quiénes son: Jorge Mas Canosa, Jorge Mas Santos, Josè Basulto, Ernesto Díaz, Sergio González Tosquete, Alberto Montaner, Guillermo Novo, Pedro Ramón, David Ricardo de Jesús, Rodolfo Fròmeta Caballero y Gaspar Jiménez Escobedo. La lista es mucho más numerosa.
La cruzada antiterrorista promovida por el Presidente Bush a partir de los sucesos criminales del 11 de septiembre de 2001, nunca debió estar ajena al enfrentamiento, captura y severo enjuiciamiento a los autotitulados anticastristas o luchadores por la libertad, y al desmantelamiento de las organizaciones terroristas que les agrupa libremente en Miami.
Cinco cubanos llevan 10 años prisioneros injustamente en cárceles de los Estados unidos, algunos de ellos imposibilitados de ver a sus familiares durante todos estos años, sufriendo torturas físicas y sicológicas, fieles a su Patria y a su Revolución.
Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar, René González Sehwerert, Fernando González Llort, y Antonio Guerrero Rodríguez, necesitan de una permanente solidaridad internacional, y de la comprensión de su justa lucha por parte del pueblo norteamericano, para volver a casa.
Miami sigue siendo el centro operativo de las acciones terroristas contra Cuba. Los cubanos aún esperamos porque Bush los tenga en cuenta para hacer realidad “la derrota de la red global del terror”.
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