Ni un payasito cubano
Por Roberto del Valle menéndez
Erneido fue a México para consolidar su amor por Paula y llegar a sus sueños. Pero la realidad en pleno curso escolar le sorprendió con niños haciendo de payasos en la vía pública, limpiando zapatos o autos, o en otros menesteres para subsistir y ayudar a su familia. “Roberto, lo que me satisface es que mi hermano allá en Cuba nunca pasará por esa situación”, me confirmó.
Y es así. Este primero de septiembre, más de dos millones de niños, adolescentes y jóvenes cubanos desde la Primaria y hasta el preuniversitario entrarán a las aulas con la garantía del maestro, de los textos imprescindibles y de modernos medios de enseñanza. Ninguna familia tiene que pensar en el pago de matrícula, en la compra de libros o en el peligro de la drogadicción, el acoso, el secuestro o de la violencia. Además, no existe l a preocupación por la continuidad en los estudios de sus hijos, nietos o sobrinos.
Esa es la realidad que en estos cincuenta años ha garantizado la Revolución de José Martí y Fidel Castro. Es una verdad que nos dignifica y prestigia incluso a nivel internacional.
No todo es perfecto. Hay centros educacionales cuyas condiciones materiales no son las idóneas, y existe el déficit de pedagogos, pues aunque el estado hace un gran esfuerzo es uno de los sectores de la sociedad más sacrificados y no del todo compensados. Pero aún así, se adoptan las medidas organizativas para que ningún escolar quede sin recibir una docencia basada en los fundamentos de una cultural general e integral y en la formación de los valores que sustentan los principios de la Revolución.
En el caso d e la central provincia de Ciego de Ávila la matrícula asciende a poco más de 92 000 estudiantes, de ellos unos cuatro mil tendrán la alegría de entrar por vez primera a un aula. Este universo cuenta con la existencia de la Universidad Pedagógica Manuel Ascunse Doménech que con 390 docentes, de ellos 39 con la categoría de doctores y un gran por ciento de master, eleva su nivel profesional para la atención especializada a sus más de 4 000 alumnos y poder asesorar la labor pedagógica en las más de 400 instituciones escolares de este territorio. A esta Universidad, de conjunto con cada maestro y profesor directo en las aulas, le corresponde trabajar por garantizar la calidad del proceso docente-educativo en momentos donde se desarrollan importantes transformaciones en todos los niveles de enseñanza.
Erneido tiene toda la razón. Su hermano Yadier nunca tendrá que dejar de ir a la escuela por realidades que nos resultan ajenas. La Revolución lo garantiza.
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