Cuba: Los valores que no se pueden perder
Después de una etapa de bonanzas comenzó para Cuba lo que popularmente se ha llamado el “período especial”. La caída del campo socialista con el inicio de la década del ‘90 del pasado siglo, el recrudecimiento del bloqueo económico, financiero y comercial por parte del Gobierno de los Estados Unidos y un incremento en las agresiones a la Isla con la esperanza de destruir la Revolución, también trajo consigo una “crisis en los valores”.
Es decir, Cuba, sola en el contexto internacional que se mostraba unipolar enfrentaba dos crisis: una de carácter económica y la otra, no menos importante, la de los valores.
Esta última no solo se dio por el agravamiento en el bienestar material de los cubanos, sino por las consecuencias de las medidas criollas adoptadas para salir, o aliviar, la crisis económica. Despenalización del dólar, el trabajo por cuenta propia, el incremento en la inversión extranjera, el desarrollo del turismo y la existencia de la doble moneda, entre otras, comenzaron a afianzar las diferencias entre los cubanos.
Así, en ese proceso de subsistencia donde era imprescindible mantener y desarrollar la obra de la Revolución, hubo “un movimiento” en el contenido de los valores. El amor al trabajo y su sentido de condición imprescindible para la creación de toda riqueza, fue sustituido por el abandono del empleo, la búsqueda de alternativas para el ingreso fácil, el robo y la corrupción.
Las diferencias comenzaron a manifestarse en el seno de la familia, célula de la sociedad, para trascender a la escuela muy afectada por el éxodo de educadores en busca de empleos mejor renumerados y llegar a expresarse en toda la sociedad.
En su Reflexión, del 19 de septiembre de 2008, Los vicios y las virtudes, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro señaló:” La lucha es el único camino de los pueblos en la actualidad para alcanzar una comunidad en la cual vivir con justicia social y decoro, la antítesis del capitalismo y los principios que rigen el odioso e injusto sistema. En la dura batalla por esos objetivos, el peor enemigo es el instinto egoísta del ser humano. Si el capitalismo significa la constante utilización de ese instinto, el socialismo es la batalla incesante contra tal tendencia natural. Si otras veces en la historia la alternativa era volver al pasado, hoy tal alternativa no existe. Se trata de una batalla que corresponde librar fundamentalmente a nuestro glorioso Partido”.
En ese artículo Fidel menciona algunos de los valores a fomentar y fortalecer en la sociedad cubana: Decoro, pureza, sacrificio, heroísmo, dignidad, prestigio, paciencia, ecuanimidad y la verdad, mientras que llama al combate de vicios tales como: egoísmo, corrupción, delito, robo, consumismo, privilegios, blandenguería, cinismo, e impunidad.
(http://www.granma.cu/ESPANOL/2008/septiembre/sabado20/reflexiones20sept.html)
La actual Batalla de Ideas no es solo por obras tangibles que hoy vemos en la salud, educación, cultura y en la infraestructura económica. De qué nos valen bellas instalaciones y tecnología de punta si no predomina la ética en el actuar cotidiano del especialista o técnico de la salud, del educador, del instructor de arte, del cuadro o dirigente o en el trabajador de la producción o de los servicios que no aprovecha al máximo su jornada laboral, roba los recursos a su alcance o no presta un servicio de calidad.
No renunciar al proyecto social socialista, significa en primer lugar seguir trabajando por la formación de un hombre integral que se proyecte en el mantenimiento y desarrollo de la Revolución con una conciencia marcada
por la responsabilidad, la honradez, la laboriosidad, la honestidad, la dignidad, la solidaridad, el humanismo, la justicia, y el patriotismo.
La Revolución cubana tiene ante sí el reto de perfeccionarse y avanzar en un contexto internacional que no le resulta favorable, en primer lugar por la permanencia del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto desde los Estados Unidos, y la crisis económica mundial que le afecta, entre otros factores.
En su intervención el 24 de febrero de 2008 en la Asamblea Constitutiva del Poder Popular, el General de Ejército Raúl Castro, Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, expresó: “No hay por qué temer a las discrepancias en una sociedad como la nuestra, en que por su esencia no existen contradicciones antagónicas, porque no lo son las clases sociales que la forman. Del intercambio profundo de opiniones divergentes salen las mejores soluciones, si es encauzado por propósitos sanos y el criterio se ejerce con responsabilidad.
Así ha actuado la inmensa mayoría de los cubanos, desde nuestros mejores científicos, intelectuales, obreros, campesinos y estudiantes, hasta la más sencilla ama de casa.
Todos ellos, en diferentes momentos de la Revolución, incluido el actual, han brindado una ejemplar demostración de madurez política y conciencia de la realidad, al valorar con objetividad tanto los asuntos de alcance estratégico como las dificultades de la vida cotidiana, y sobre todo crece la convicción de que la única fuente de riquezas de la sociedad está en el trabajo productivo, sobre todo cuando emplea con eficiencia los hombres y recursos”.
Y más adelante puntualizaba: “Reitero que el país tendrá como prioridad satisfacer las necesidades básicas de la población, tanto materiales como espirituales, partiendo del fortalecimiento sostenido de la economía nacional y de su base productiva, sin lo cual, repito una vez más, sería imposible el desarrollo.
Constituye hoy un objetivo estratégico avanzar de manera coherente, sólida y bien pensada, hasta lograr que el salario recupere su papel y el nivel de vida de cada cual esté en relación directa con los ingresos que recibe legalmente, es decir, con la importancia y cantidad del trabajo que aporte a la sociedad “.
(http://www.cubaminrex.cu/DiscursosIntervenciones/Articulos/Raul/2008/2008-2-24.html)
La formación y fortalecimiento de los valores de la sociedad cubana no se pueden ver alejados de todas las medidas que de carácter económico se adoptan para elevar el nivel de vida de los cubanos, así como el perfeccionamiento de los órganos de gobierno y de la propia democracia que nos caracteriza. Es una interrelación dialéctica que funciona como unidad.
En estos 50 años de Revolución el pueblo cubano ha dado muestra del desarrollo y fortalecimiento de los valores propios de una sociedad concebida para el bienestar de todos, y sustentada en primer lugar en la unidad, el humanismo, la dignidad, la solidaridad, el amor al trabajo, y el patriotismo.
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