Un crimen contra Gloria Brown en La Florida. Cuba, otra realidad (II Parte y Final)
Por Roberto del Valle Menéndez
Reseñaba en el artículo anterior cómo una anciana, en La Florida, Estados Unidos, veía amenazada su propia existencia por un exceso de dos pulgadas en la reconstrucción de su vivienda. No importaba la edad de Gloria Brown, ni su vida dedicada a una sociedad que sobre la base de la “justicia”, y del ejemplo de “democracia”, le agobian su vejez.
A los cubanos nos amenazan con esa justicia y esa democracia.
Culminaba el artículo, en su primera parte, con las reflexiones en la sesión ordinaria de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, efectuada el pasado primero de agosto en Ciudad d e la Habana, donde se decía que tres causas habían impedido avanzar más en la construcción y mejoramiento de la vivienda en Cuba: el derrumbe del campo socialista, el bloqueo norteamericano y las secuelas de los huracanes a la Isla.
Esa es una realidad que nadie pone en dudas, pero se le suma también la carencia de fuerza de trabajo por falta de una adecuada estimulación, casi la desaparición de los politécnicos y escuelas de oficios donde se formaban técnicos y obreros calificados para el sector, deficiente proceso organizativo en la concepción y ejecución de las obras, corrupción y desvío de recursos, entre otros factores.
Todo ese conjunto de elementos hacen que hoy la vivienda sea una añoranza no satisfecha y para no pocos, un sueño.
Aún así en cincuenta años de Revolución se reconoce que se han edificado más de 2 millones 500 000 viviendas, lo que representa el 75,4 por ciento del fondo habitacional con un 95 por ciento que dispone de agua y electricidad. Una quimera para no pocas naciones del Tercer Mundo.
¿Pero cuántas no se hubieran levantado, y con confort, de no existir los factores negativos ya expuestos?
Conscientes de esta situación, uno de los elementos objetivos que ha llevado al envejecimiento de la población cubana, en la sesión ordinaria d e la Asamblea Nacional del Poder Popular con fecha 1 de septiembre de 2005 se aprobó un proyecto de construcción de viviendas a largo plazo que permitía 100 000 por año.
Solo mencionemos el ejemplo de la central provincia de Ciego de Ávila. Tiene un fondo habitacional de 121 500 viviendas, unas 75 000 corresponden a la etapa revolucionaria. De ellas un 66 por ciento son catalogadas de buena y el resto entre regular y mal, según informe de enero de 2008 ofrecido por la dirección de la Vivienda en ese territorio.
Al finalizar ese año, de un plan de 4 200 solo se arribó a 3 473 y para el presente es mucho menor, solo 1 160. En el país en 28 meses anteriores al sellar el 2008, se llegaron a concluir 194 000 inmuebles y de las 50 000 previstas para entregar en ese último año solo fueron posible 44 775.
Es decir, las metas no se han podido cumplir, pero el Estado cubano, no ha renunciado al empeño de construir viviendas, en primer lugar para beneficio de quienes las perdieron por el paso de huracanes.
Factores muy objetivos como los expuestos, y otros de carácter subjetivo, no hacen posible en estos momentos alcanzar un ritmo de construcción de viviendas aún cuando la inversión resulta millonaria en un país que no ha dejado de transitar por una crisis económica que se le conoce como “período especial” y que además siente los efectos del bloqueo y la crisis actual capitalista.
Una vivienda terminada, reconstruida, remodelada o rehabilitada se mantendrá como prioridad en la sociedad cubana. El Estado, con la convocatoria a un movimiento de masas, trabaja, pese múltiples obstáculos, por convertir ese sueño en una realidad.
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