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HISTORIA

José Martì: Hombre permanente para el combate

José  Martì: Hombre permanente para el combate

 Por Roberto del Valle Menèndez

 Mírame,  madre,  y por tu amor no llores:

Si esclavo de mi edad y de mis doctrinas,

tu mártir corazón llené de espinas.

Piensa que nacen entre espinas flores.

Diecisiete años tenía el joven  que desde  la  Brigada de Blancos y con el número 113 en el Presidio Departamental de la Habana, dedica así, el 28 de agosto de 1870, una foto a su madre.  En sus pies se observan los grilletes.  Había nacido el 28 de enero de 1853, hacen hoy 156 años.

Acusado de delito  de infidencia al calificar  de apóstata a Carlos de Castro y de Castro, condiscípulo suyo que había ingresado al Cuerpo de Voluntarios, se le condena a seis años de presidio.

La rápida gestión de sus padres hizo que solo cumpliera un año en esas condiciones y se le deportara a España,  hacia donde partió el 15 de enero de 1871 en el vapor Guipùzcos.

No llegaba a dos días la travesía  cuando ante los pasajeros denunció de forma enérgica, los abusos que se sucedían en la prisión de la Habana y señalaba  como responsable de esos hechos al teniente coronel Mariano Gil de Palacios, comandante de esa instalación y uno  de los viajeros.

Aquellos meses de encarcelamiento marcaron para siempre la vida de José Martì y Pérez.  De allí saldría enfermo de sarcoidosis (1), y al publicar en Madrid, en julio o agosto de 1871, El Presidio Político en Cuba, diría: “Dante no estuvo en presidio. Si hubiera sentido desplomarse sobre su cerebro las bóvedas oscuras de aquel tormento de la vida, hubiera desistido de pintar su infierno. Las hubiese copiado, y lo hubiera pintado mejor.

Si existiera el Dios providente, y lo hubiera visto, con una mano se habría cubierto el rostro,  y con otra habría hecho rodar al abismo aquella negación de Dios.”

 La actividad revolucionaria de José Martì, considerado el Héroe Nacional de Cuba, fue intensa en la propia España. En Madrid escribió y firmó la hoja impresa El Día 27 de noviembre de 1871, una condena al fusilamiento de los estudiantes de medicina en la Habana ,  y cuando en 1873 se estableció la efímera república, publicó La República Española ante la Revolución Cubana, donde no concibió la negación a la independencia de Cuba por el nuevo gobierno.

A fínales de 1874,  vía Francia, escapó de España.  Se radicò  en México, estuvo por poco tiempo en la Habana y fue a Guatemala.  Cinco años más tarde regresó a la Patria.

Conspiró junto a Juan Gualberto Gómez, y el 27 de abril en el Liceo de Guanabacoa pronunció un discurso patriótico con motivo del homenaje al violinista cubano Rafael Díaz Albertini. Presente en la velada, el Capitán General Ramón Blanco calificó al orador de “un loco peligroso”.

Por su actividad revolucionaria  fue detenido y aunque el Capitán General dispone su deportación a la isla de  Ceuta se logró que fuera a Santander, en la Metrópoli.

Huyó a los Estados Unidos;  el 3 de enero de  1880 desembarcó en Nueva York. Serían 15 años de fructífera vida política en la búsqueda de la unión entre los cubanos para emprender una guerra definitiva por la independencia de Cuba. Sin embargo,  esta trayectoria no sería fácil para el Apóstol.

Se viò enfermo,  alejado de su esposa e hijo, y con una situación económica de subsistencia.  Pero se mantuvo en contacto directo con los núcleos fundamentales de emigrados,  buscó y alcanzó la unidad, y en ese empeño atrajo, no sin contra tiempos, al dominicano  Máximo Gómez, y a Antonio Maceo, prestigiosos generales de la guerra iniciada en 1868 y concluida en 1878 por la desunión entre las fuerzas mambisas.

Organizó el Partido Revolucionario Cubano, único de su tipo y proyección en esos momentos en toda América Latina,  para llevar adelante, según sus Bases,   “la independencia absoluta de la isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”, indiscutible principio de extensión humanista, solidaria e internacionalista que constituye fundamento actual de la Revolución cubana.

Fue elegido Delegado de este Partido, cargo que se le ratificó hasta su muerte en campaña, como muestra del prestigio, la integralidad y ética revolucionaria ante la comunidad de emigrados de cubanos no solo en los Estados Unidos, y reconocido incluso dentro de la Isla.

Después del fracaso, por traición , del plan expedicionario de la Fernandina, en enero de 1895, no cejó en el empeño de venir a Cuba. La orden de alzamiento estaba dada y el 24 de febrero se reinició “la guerra necesaria” que había convocado a través del Partido Revolucionario Cubano fundado el 10 de de abril de 1892.

Burló la persecución y, junto a Máximo Gómez, desembarcó por Playitas, cerca de Baracoa en el extremo oriental de Cuba, el 11 de abril de 1895. Cuatro días más tarde escribió a  sus amigos Gonzalo de Quesada y a Benjamín Guerra: “ Gómez, como General en Jefe había acordado, en consejo de Jefes, a la vez que reconocerme en la guerra como Delegado del Partido Revolucionario Cubano, y nombrarme, en atención a mis servicios y la opinión unánime que le rodea,  Mayor General del Ejército Libertador. ¡De un abrazo, igualaban  mi pobre vida a la de sus diez años!”.

Deseoso de combatir a las fuerzas españolas que oprimían a su pueblo, José Martì decidió no  quedarse en el campamento y parte al encuentro del enemigo.  Al recordar aquel 19 de mayo de 1895, el General Máximo Gómez escribió: “Yo vi a José Martì, ! ah qué día aquel! erguido y hermoso en su caballo  de batalla, en Boca de Dos Ríos. Como un venado, jinete, rodeado de aquellos diestros soldados,  que nos recuerda la Historia, cubiertos de gloria en las pampas de Venezuela.  (…) Su memoria está santificada por la Historia y por el amor, no solamente de sus conciudadanos, sino de la América toda también”.

 (1). Es una enfermedad de causa desconocida en la cual se produce una inflamación a nivel de los ganglios linfáticos, los pulmones, el hígado, los ojos, la piel y otros tejidos.( http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000076.htm)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuba: la derrota llevó a la victoria


Por Roberto del Valle Menéndez

 Era la madrugada de Santa Ana. Hombres y mujeres disfrutan de los carnavales. Unos regresan a casa para de inmediato ir para el trabajo y otros siguen deleitándose de la música y del ambiente festivo. Todos quedan sorprendidos por los disparos que provienen del Cuartel Moncada, la segunda fortaleza militar más importante de Cuba. La especulación es que se ha producido otro golpe de Estado, como el del 10 de marzo de 1952 cuando el sargento Fulgencio Batista aplastó la Constitución de 1940, arruinó el proceso eleccionario en marcha y asumió el poder para establecer una sangrienta dictadura que llevó a la muerte a más de 20 000 cubanos.

Un grupo de jóvenes, vestidos de verde olivo, dirigidos por Fidel Castro Ruz, de solo 26 años, mal armados, atacan el Cuartel, mientras que en Bayamo también se asalta el Cuartel Carlos Manuel de Céspedes. Fracasa el factor sorpresa, es una derrota militar, y solo en el Moncada son asesinados vilmente 52 revolucionarios, entre ellos Abel Santamaría, ejemplo de inteligencia, valor y humildad.

El propio Fidel Castro ha reconocido que el objetivo era tomar las fortalezas, entregar las armas al pueblo y convocar a una huelga general que condujera a la caída del régimen militar. De no ser así, ir hacia la Sierra Maestra e iniciar una guerra de guerrillas para enfrentar a uno de los ejércitos mejor preparados de Latinoamérica por parte del Gobierno de los Estados Unidos.

Fidel y los sobrevivientes son llevados a juicio. El máximo líder de la Revolución asume su propia defensa, en octubre de 1953, en un alegato que se conoce como La Historia me Absolverá. Señala a José Martí, Héroe Nacional de Cuba, y en el centenario de su natalicio, como el autor intelectual de los sucesos del 26 de julio y expone las diversas causas objetivas que motivaron ese heroico acto de rebeldía. Para buscar las referencias no se puede pasar por alto su discurso en Santiago de Cuba en el 2003, en el aniversario 50.

«600 mil cubanos están sin trabajo.»

«500 mil obreros del campo trabajan 4 meses al año y pasan hambre el resto.»

«400 mil obreros industriales y braceros cuyos retiros están desfalcados, cuyas viviendas son las infernales habitaciones de las cuarterías, cuyos salarios pasan de las manos del patrón a las del garrotero, cuya vida es el trabajo perenne y cuyo descanso es la tumba.»

«10 mil profesionales jóvenes: médicos, ingenieros, abogados, veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores, etcétera, salen de las aulas con sus títulos deseosos de lucha y llenos de esperanza para encontrarse en un callejón sin salida, cerradas todas las puertas.»

«El 85 por ciento de los pequeños agricultores cubanos está pagando renta y vive bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas.»

«200 mil familias campesinas no tienen una vara de tierra donde sembrar alimentos para sus hambrientos hijos.»

«Más de la mitad de las mejores tierras de producción cultivadas está en manos extranjeras.»

«Cerca de 300 mil caballerías (más de tres millones de hectáreas) permanecen sin cultivar.»

«Dos millones 200 mil personas de nuestra población urbana pagan alquileres que absorben entre un quinto y un tercio de sus ingresos.»

«Dos millones 800 mil personas de nuestra población rural y suburbana carecen de luz eléctrica.»

«A las escuelitas públicas del campo asisten descalzos, semidesnudos y desnutridos, menos de la mitad de los niños en edad escolar.»

«El 90 por ciento de los niños del campo está devorado por parásitos.»

«La sociedad permanece indiferente ante el asesinato en masa que se comete con tantos miles y miles de niños que mueren todos los años por falta de recursos.»

«Desde el mes de mayo hasta el de diciembre un millón de personas se encuentran sin trabajo en Cuba, con una población de cinco millones y medio de habitantes.»

«Cuando un padre de familia trabaja cuatro meses al año, ¿con qué puede comprar ropas y medicinas a sus hijos? Crecerán raquíticos, a los 30 años no tendrán una pieza sana en la boca, habrán oído diez millones de discursos, y morirán al fin de miseria y decepción. El acceso a los hospitales del Estado, siempre repletos, sólo es posible mediante la recomendación de un magnate político, que le exigirá al desdichado su voto y el de toda su familia para que Cuba siga siempre igual o peor.»

Desde los inicios del Triunfo de la Revolución, el Primero de enero de 1959, comienzan a producirse cambios y transformaciones económicas y sociales que van desapareciendo esa dramática realidad. Hoy Cuba es otra, tiene una imagen muy diferente que sin sobrepasar los límites de una nación del Tercer Mundo avanza y consolida un proyecto social socialista, humanista y solidario que no transita por un camino más feliz debido a la imposición de un bloqueo económico, financiero, comercial y cultural que impuesto desde los Estados Unidos ha costado ya más de 89 mil millones de dólares, pérdidas humanas y en recursos.

Expongamos tres ideas esenciales que el propio Fidel Castro establece al recordar el 26 de julio de 1959 y 1960, ante amplias concentraciones de pueblo. En primer lugar instituye uno de los principios básicos de lo que sería la política exterior de la naciente Revolución: “Los cubanos proclamamos que no somos enemigos de ningún pueblo, que no somos enemigos de los ciudadanos de ningún país, siempre que respeten las leyes de nuestro país, siempre que respeten los sentimientos de nuestro país, siempre que quieran ser amigos de nosotros, porque al que nos abra las manos, le abrimos las manos; al que nos abra los brazos, le abrimos los brazos”, sustenta, además, el valor humanista de la revolución pues “siempre iremos ayudando, por encima de todo, a los que más nos necesiten, porque esa es una ley fundamental de la equidad humana”, y puntualiza sobre los retos del pueblo cubano pues “los pueblos que no tiemblan ante el precio que tengan que pagar por su dignidad, los pueblos que no tiemblan por el precio que tengan que pagar por la justicia, los pueblos que no tiemblan ante el precio que tengan que pagar por su felicidad, tienen derecho a la felicidad, tienen derecho a la victoria, tienen derecho a la libertad, tienen derecho al progreso, tienen derecho a la dignidad.”

Aquél asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes no se pueden ver aislados del inicio de las guerras independentistas el 10 de octubre de 1868 contra el coloniaje español, de la Protesta de Baragúa protagonizada por el Titán de Bronce Antonio Maceo, y de las luchas estudiantiles y obreras ante la imposición de una república neocolonial de los Estados Unidos que llevó a Fulgencio Batista al poder. Es una continuidad histórica que condujo a Fidel Castro al desembarco del Granma, a la guerra en la Sierra Maestra y en el llano, y a la victoria definitiva del Primero de Enero de 1959.

Recordemos a José Martí, cubano de hoy


marti.jpgRecordemos a José Martí y Pérez, el intelectual, periodista, escritor, patriota, revolucionario y antimperialista que el  10 de abril de 1892  proclamaba oficialmente en los Estados Unidos, principal núcleo de los emigrados cubanos, el nacimiento del Partido Revolucionario Cubano, en cuyas Bases y Estatutos se reconocía que su fin era “fundar en Cuba por una guerra de espíritu y de métodos republicanos, una nación capaz de asegura la dicha durable de sus hijos y de cumplir en la vida histórica del continente, los deberes difíciles que su situación geográfica le señala”.

En la noche del 5 de enero de ese propio año, en el Hotel Duval en Cayo Hueso, Tampa, en los propios Estados Unidos, los presidentes de las distintas agrupaciones revolucionarias y de destacados patriotas cubanos y puertorriqueños, se aprobaban esas Bases y Estatutos. Los diferentes clubes de emigrados cubanos reconocieron progresivamente al Partido. El 10 de abril, junto a la proclamación de la existencia del Partido se elige a José Martí como su Delegado y a Benjamín Guerra, Tesorero.

¿Por qué surgía un Partido en la emigración? El Pacto del Zanjón, en 1878, había significado la culminación de la guerra de independencia que en 1868 inicio en La Damajagua, Carlos Manuel de Céspedes, conocido en Cuba como el Padre de la Patria. El regionalismo y el caudillismo prevaleciente entre los jefes militares cubanos, la ausencia de una sistemática ayuda exterior y la imposibilidad de extender la guerra a Occidente, fueron factores determinantes en la derrota. La Protesta de Baragúa, protagonizada enérgicamente por el General Antonio Maceo, conocido como el Titán de Bronce, no pudo impedir el fin de la contienda.

La economía de postguerra no se recuperaba, los ingenios de mejores tecnologías se convertían en los primeros centrales azucareros, aumentaban los latifundios, la Isla seguía siendo monopoductora de azúcar, los capitales norteamericanos penetraban con rapidez en la industria azucarera, la minería y el tabaco. La eliminación de la esclavitud en 1886 determinó en el crecimiento de la población obrera. La población seguía sumergida en la miseria y la explotación. ‘La Paz del Zanjón’ no había puesto fin a los males de Cuba y se acrecentaban las contradicciones colonia-metrópoli. Las causas objetivas de la guerra de 1868 se mantenían latentes.
Muchos cubanos agobiados por la crítica situación económica o perseguidos por sus posiciones independentistas marchan al exterior, esencialmente a Centro América y los Estados Unidos, centro principal de la emigración cubana. En este último país se radicó por 15 años José Martí y Pérez, Héroe Nacional de Cuba, dedicando la mayor parte de su tiempo a lograr la unidad entre los patriotas y a organizarlos a través de los diversos clubes revolucionarios. Objetivo esencial de su prédica y oratoria era alcanzar la afinidad de criterios entre los jefes militares de la guerra grande, preñados aún de las diferencias que los llevaron a la derrota.
En carta al General dominicano Máximo Gómez, uno de los más destacados jefes militares en la guerra de Cuba por su independencia de España, le dice José Martí en 1887 que “ la generación nueva” esta dispuesta “a pelear por la Patria”, pero que esa misma generación no será capaz de combatir “por una solución oscura y terrible, en cuya preparación y fin no vean un plan grandioso, digno de su sacrificio”.

Precisamente para concebirse ese plan grandioso es para lo que José Martí organiza el Partido Revolucionario Cubano, capaz de eliminar de raíz las causas del Zanjón y de contrarrestar las pretensiones del gobierno de los Estados Unidos de apoderarse de la Isla. El Partido de José Martí nacía con la misión de no “dirigir la guerra, sino organizarla” dentro y fuera de Cuba.

El Partido Revolucionario Cubano tuvo una significación trascendental para su momento histórico, pues supo agrupar a los cubanos en una organización única a la que se debían todas las asociaciones de emigrados cubanos para dar cumplimiento a sus Bases y Estatutos.

Revolucionario y estratega de su talla, José Martí comprendió desde un primer momento que el Partido necesitaba de un periódico como su vocero de lucha. Así el 14 de marzo de 1892 era fundado el semanario Patria, donde en su primer articulo, Nuestras Ideas, se afirma que aparecía “para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la verdad, para enseñar el arte de pelear por la independencia del país” y para demostrar “ la fuerza entera del país en sus páginas”.

Resulta imposible separar en objetivos y fines al Partido Revolucionario Cubano y su periódico Patria. Se unen el Delegado, y director y editor principal en una sola persona, José Martí. En Patria se manifiesta la ideología del Partido, que era la de Martí. Lograr a través del convencimiento y la argumentación que la guerra necesaria era la opción factible y única para llevar a Cuba a su definitiva independencia. Procuró y logró con ese propósito la unión de ideas entre los emigrados cubanos y puertorriqueños, entre los viejos jefes militares y “ los pinos nuevos”.
De esta forma se materializaba el artículo 2 de las Bases del Partido Revolucionario Cubano, donde se señala que es preciso “ordenar de acuerdo con cuantos elementos vivos y honrados se le unan, una guerra generosa y breve, encaminada a asegura en la paz y el trabajo la felicidad de los habitantes de la Isla”, y alcanzar, como se señala en el Artículo 4, el establecimiento de una República “en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia”.

Desde un primer momento José Martí afirma que la guerra que organiza mediante la acción del Partido Revolucionario Cubano “no ha de ser para el exterminio de los hombres buenos, sino para el triunfo necesario sobre los que se oponen a su dicha”. Afirma categóricamente que “los cubanos revolucionarios no quieren humillar a España, ni humillar al español, sino poner al habitante de Cuba, cubano o español, donde pueda emplear en su cultura y mejoramiento al producto de un trabajo que, en forma de contribuciones y sobornos se emplea hoy en mantener en la infelicidad y desasosiego a un número considerable de hombres”.
Esta concepción le llevó a obtener la real simpatía y apoyo de no pocos españoles que estaban interesados en la paz de Cuba y en la separación de la metrópoli.

El Partido Revolucionario Cubano, único de este tipo para su tiempo, no solo nació para organizar una guerra desde el exterior, sino que previó desde sus Bases el futuro de la Isla. Sentenció José Martí, en no pocos artículos aparecidos en Patria, que “la República, en Puerto Rico como en Cuba, no será el predominio injusto de una clase de cubanos sobre los demás, sino el equilibrio abierto y sincero de todas las fuerzas reales del país, y del pensamiento y deseo libres de los cubanos todos. No queremos redimirnos de una tiranía para entrar en otra, (…) Moriremos por la libertad verdadera; no por la libertad que sirve de pretexto para mantener a unos hombres en el goce excesivo, y a otros en el dolor innecesarios. Se morirá por la república después, si es preciso, como se morirá por la independencia primero”.

No quiere que la guerra necesaria, que planifica a través del Partido Revolucionario Cubano, lleve a la Isla a las tiranías instaladas en la mayoría de las naciones latinoamericanas que se independizaron de España. De igual forma no desea para su Patria la democracia que ha vivido por espacio de 15 años en los Estados Unidos, donde “se amontonan los ricos de una parte y los desamparados de otra”. Aspira y une a los cubanos en la lucha por una república de “equilibrio social ”, sin enfrentamiento entre partidos políticos, sin miseria, discriminación y opresión.

El Partido Revolucionario Cubano, fruto del pensamiento y la acción revolucionaria de José Martí, Apóstol y Héroe de Cuba, cumplió su acometido de unir a los cubanos exiliados y en el interior de la Isla en el propósito común de organizar y desatar la guerra por la definitiva independencia. Su muerte en combate el 19 de mayo de 1895 no le permitió ver la independencia y la república soñada.

Fue necesario seguir la lucha después de la retirada de España. Mediante una intervención militar se impuso la neocolonia por el Gobierno de los Estados Unidos. El pensamiento independentista y antiimperialista de José Martí se mantuvo vigente, y solo a partir de enero de 1959, con el triunfo de la Revolución que dirigió el joven abogado Fidel Castro Ruz , fue posible que comenzara a hacerse realidad el ideario del creador del Partido Revolucionario Cubano.

El Partido de Josè Martì


El 10 de abril de 1892, se proclamaba oficialmente en los Estados Unidos, principal núcleo de los emigrados cubanos, el nacimiento del Partido Revolucionario Cubano, en cuyas Bases y Estatutos se reconocía que su fin era “fundar en Cuba por una guerra de espíritu y de métodos republicanos, una nación capaz de asegura la dicha durable de sus hijos y de cumplir en la vida histórica del continente, los deberes difíciles que su situación geográfica le señala”.

En la noche del 5 de enero de ese propio año, en el Hotel Duval en Cayo Hueso, Tampa, en los propios Estados Unidos, los presidentes de las distintas agrupaciones revolucionarias y de destacados patriotas cubanos y puertorriqueños, se aprobaban esas Bases y Estatutos. Los diferentes clubes de emigrados cubanos reconocieron progresivamente al Partido. El 10 de abril de 1892, junto a la proclamación de la existencia del Partido se elige a José Martí, Hèroe Nacionalde Cuba,  como su Delegado y a Benjamín Guerra, Tesorero.

¿Por qué surgía un Partido en la emigración? El Pacto del Zanjón, en 1878, había significado la culminación de la guerra de independencia que en 1868 inicio en La Damajagua, Carlos Manuel de Céspedes, conocido en Cuba como el Padre de la Patria. El regionalismo y el caudillismo prevaleciente entre los jefes militares cubanos, la ausencia de una sistemática ayuda exterior y la imposibilidad de extender la guerra a Occidente, fueron factores determinantes en la derrota. La Protesta de Baragúa, protagonizada enérgicamente por el General Antonio Maceo, conocido como el Titán de Bronce, no pudo impedir el fin de la contienda.

La economía de postguerra no se recuperaba, los ingenios de mejores tecnologías se convertían en los primeros centrales azucareros, aumentaban los latifundios, la Isla seguía siendo monopoductora de azúcar, los capitales norteamericanos penetraban con rapidez en la industria azucarera, la minería y el tabaco. La eliminación de la esclavitud en 1886 determinó en el crecimiento de la población obrera. La población seguía sumergida en la miseria y la explotación. ‘La Paz del Zanjón’ no había puesto fin a los males de Cuba y se acrecentaban las contradicciones colonia-metrópoli. Las causas objetivas de la guerra de 1868 se mantenían latentes.
Muchos cubanos agobiados por la crítica situación económica o perseguidos por sus posiciones independentistas marchan al exterior, esencialmente a Centro América y los Estados Unidos, centro principal de la emigración cubana. En este último país se radicó por 15 años José Martí y Pérez, Héroe Nacional de Cuba, dedicando la mayor parte de su tiempo a lograr la unidad entre los patriotas y a organizarlos a través de los diversos clubes revolucionarios. Objetivo esencial de su prédica y oratoria era alcanzar la afinidad de criterios entre los jefes militares de la guerra grande, preñados aún de las diferencias que los llevaron a la derrota.
En carta al General dominicano Máximo Gómez, uno de los más destacados jefes militares en la guerra de Cuba por su independencia de España, le dice José Martí en 1887 que “ la generación nueva” esta dispuesta “a pelear por la Patria”, pero que esa misma generación no será capaz de combatir “por una solución oscura y terrible, en cuya preparación y fin no vean un plan grandioso, digno de su sacrificio”.

Precisamente para concebirse ese plan grandioso es para lo que José Martí organiza el Partido Revolucionario Cubano, capaz de eliminar de raíz las causas del Zanjón y de contrarrestar las pretensiones del gobierno de los Estados Unidos de apoderarse de la Isla. El Partido de José Martí nacía con la misión de no “dirigir la guerra, sino organizarla” dentro y fuera de Cuba.

El Partido Revolucionario Cubano tuvo una significación trascendental para su momento histórico, pues supo agrupar a los cubanos en una organización única a la que se debían todas las asociaciones de emigrados cubanos para dar cumplimiento a sus Bases y Estatutos.

Revolucionario y estratega de su talla, José Martí comprendió desde un primer momento que el Partido necesitaba de un periódico como su vocero de lucha. Así el 14 de marzo de 1892 era fundado el semanario Patria, donde en su primer articulo, Nuestras Ideas, se afirma que aparecía “para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la verdad, para enseñar el arte de pelear por la independencia del país” y para demostrar “ la fuerza entera del país en sus páginas”.

Resulta imposible separar en objetivos y fines al Partido Revolucionario Cubano y su periódico Patria. Se unen el Delegado, y director y editor principal en una sola persona, José Martí. En Patria se manifiesta la ideología del Partido, que era la de Martí. Lograr a través del convencimiento y la argumentación que la guerra necesaria era la opción factible y única para llevar a Cuba a su definitiva independencia. Procuró y logró con ese propósito la unión de ideas entre los emigrados cubanos y puertorriqueños, entre los viejos jefes militares y “ los pinos nuevos”.
De esta forma se materializaba el artículo 2 de las Bases del Partido Revolucionario Cubano, donde se señala que es preciso “ordenar de acuerdo con cuantos elementos vivos y honrados se le unan, una guerra generosa y breve, encaminada a asegura en la paz y el trabajo la felicidad de los habitantes de la Isla”, y alcanzar, como se señala en el Artículo 4, el establecimiento de una República “en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia”.

Desde un primer momento José Martí afirma que la guerra que organiza mediante la acción del Partido Revolucionario Cubano “no ha de ser para el exterminio de los hombres buenos, sino para el triunfo necesario sobre los que se oponen a su dicha”. Afirma categóricamente que “los cubanos revolucionarios no quieren humillar a España, ni humillar al español, sino poner al habitante de Cuba, cubano o español, donde pueda emplear en su cultura y mejoramiento al producto de un trabajo que, en forma de contribuciones y sobornos se emplea hoy en mantener en la infelicidad y desasosiego a un número considerable de hombres”.
Esta concepción le llevó a obtener la real simpatía y apoyo de no pocos españoles que estaban interesados en la paz de Cuba y en la separación de la metrópoli.

El Partido Revolucionario Cubano, único de este tipo para su tiempo, no solo nació para organizar una guerra desde el exterior, sino que previó desde sus Bases el futuro de la Isla. Sentenció José Martí, en no pocos artículos aparecidos en Patria, que “la República, en Puerto Rico como en Cuba, no será el predominio injusto de una clase de cubanos sobre los demás, sino el equilibrio abierto y sincero de todas las fuerzas reales del país, y del pensamiento y deseo libres de los cubanos todos. No queremos redimirnos de una tiranía para entrar en otra, (…) Moriremos por la libertad verdadera; no por la libertad que sirve de pretexto para mantener a unos hombres en el goce excesivo, y a otros en el dolor innecesarios. Se morirá por la república después, si es preciso, como se morirá por la independencia primero”.

No quiere que la guerra necesaria, que planifica a través del Partido Revolucionario Cubano, lleve a la Isla a las tiranías instaladas en la mayoría de las naciones latinoamericanas que se independizaron de España. De igual forma no desea para su Patria la democracia que ha vivido por espacio de 15 años en los Estados Unidos, donde “se amontonan los ricos de una parte y los desamparados de otra”. Aspira y une a los cubanos en la lucha por una república de “equilibrio social ”, sin enfrentamiento entre partidos políticos, sin miseria, discriminación y opresión.

El Partido Revolucionario Cubano, fruto del pensamiento y la acción revolucionaria de José Martí, Apóstol y Héroe de Cuba, cumplió su acometido de unir a los cubanos exiliados y en el interior de la Isla en el propósito común de organizar y desatar la guerra por la definitiva independencia. Su muerte en combate el 19 de mayo de 1895 no le permitió ver la independencia y la república soñada.

Fue necesario seguir la lucha después de la retirada de España. Mediante una intervención militar se impuso la neocolonia por el Gobierno de los Estados Unidos. El pensamiento independentista y antiimperialista de José Martí se mantuvo vigente, y solo a partir de enero de 1959, con el triunfo de la Revolución que dirigió el joven abogado Fidel Castro Ruz , fue posible que comenzara a hacerse realidad el ideario del creador del Partido Revolucionario Cubano.