Apología a un Cuadro cubano
Por Roberto del Valle Menéndez
No es la referencia a La Silla o La Jungla de Wuilfredo Lam (1902-1982), Peces o Naturaleza Muerta de Amelia Peláez (1896-1968), Paisaje Criollo o el Rapto de las Mulatas de Carlos Enrique (1900-1957) o Eduardo Abela (1889-1965) con Guajiros o Azotea de La Habana. No es la reseña a un cuadro de algunos de las famosas, o famosos, plásticos cubanos del ayer o del presente.
Según el Diccionario Real Academia Española en su soporte digital (www.rae.es), Cuadro es pieza que rodea algunas cosas, Cada una de las partes breves en que se dividen los actos de algunas obras dramáticas modernas, Conjunto de síntomas que presenta un enfermo o que caracterizan una enfermedad o Jerarquía de aquellos que ejercen mando, entre otras variantes.
En el Pequeño Laurusse Ilustrado, publicado por Edición Revolucionaria, La Habana 1968, en su página 291, no existe la más mínima referencia a la palabra cuadro, en su condición de dirigente, administrativo, ejecutivo o gerente.
Si, además, usted desde su computadora busca el sinónimo de cuadro encuentra: retrato, imágenes, iconografía, estatuas o representación pictórica. Es como si la palabra, en su sentido de dirigente, fuera un aporte cubano a la exigente Lengua.
Sin embargo, hay un Código de Ética de los Cuadros del Estado Cubano, del 17 de julio de 1996, que tiene en su primer precepto: “Ser sincero, no ocultar ni tergiversar jamás la verdad. Luchar contra la mentira, el engaño, la demagogia y el fraude”, y además, “fomentar y cumplir la disciplina, el respeto y la lealtad consciente al Partido, la Constitución y demás leyes”.
El general de Ejército Raúl Castro, Presidente del Consejo de Estado y de Ministros de la República de Cuba, al concluir la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el pasado día 11 de julio, hizo referencia al caso de un cuadro, un dirigente, del Partido Comunista de Cuba que en su función de Primer Secretario en la provincia de Granma recibió serías críticas por mentir y fue sustituido. Yo estaba presente en esa ocasión, fue en 1994, también en una jornada de trabajo de la Asamblea y sentí vergüenza de lo que observaba, pues en lo personal conocía a ese compañero y de él tenía otro criterio pues había sido el segundo en la dirección del Partido en mi provincia natal, Ciego de Ávila con muy buen trabajo.
En el argot popular se afirma categóricamente que la Revolución no ha avanzado más, entre otras causas, por las mentiras, los engaños, de no pocos cuadros a la máxima dirección del país y en particular al Comandante en Jefe Fidel Castro. Planes económicos sobrecumplidos, obras sociales o productivas terminadas y en explotación, problemas sociales resueltos, cuando en realidad todo seguía igual o peor. También sería iluso pensar que esta dañina práctica ha quedado en el olvido.
Y tan perjudicial como esa situación es que en violación de toda una llamada política de cuadros que en no pocas ocasiones deja de cumplirse, no son escasos los hombres y mujeres que llegan a cargos de dirección sin una adecuada preparación, y sin conocer nada, o muy poco, de la actividad a realizar.
Al pueblo le molesta el caso de cuadros removidos por ineficientes o el incumplimiento del Código de ética, que pocos de ellos conocen o no utilizan como un verdadero instrumento de trabajo, y después aparecen en responsabilidades mayores, incluso en ministerios, o ocupando una plaza con una renumeración económica o ventajas en “premio a sus irresponsabilidades o inaptitudes”.
Para el Comandante Ernesto Che Guevara el cuadro no podía tener mérito mayor que el del ejemplo personal, mientras que para José Martì, Héroe Nacional cubano: Todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a su Patria”. Aquí, en la central provincia de Ciego de Ávila, hay uno que llegó en noviembre último para, desde la máxima dirección del Partido Comunista de Cuba en este territorio, poner fin a la inercia, al descontrol, a la mentira, y a la inaptitud.
Hacía falta un Jorge Luis Tapia Fonseca, dirigente de la Unión de Jóvenes Comunista y del propio Partido en la provincia de Cienfuegos, y que después formó parte del Departamento de Industria y Construcción del Comité Central. Está casado, tiene una pequeña hija, y como humano no le faltan deseos, sueños, aspiraciones, necesidades, virtudes y defectos.
En los inicios de su presencia el escepticismo se apoderó de los avileños. O todo quedaba igual, o comenzaban los cambios y transformaciones. El dejó intacta la nomenclatura de sus subordinados en el Partido y Gobierno, y de inmediato emprendió su cotidiano contacto con el pueblo, en cualquier lugar, y circunstancias. Les escuchaba, oía sus criterios, indagaba sobre sus problemas y vías de solución, aunque supiera que no pocos de ellos eran imposibles resolverlos por arte de magia.
Exigió, controló, reclamó, y con su voluntad y entrega personal, más el apoyo de sus cuadros, los trabajadores y el pueblo, empezaron a verse los cambios, no solo en la capital provincial, sino en poblados y comunidades distantes como en Punta Alegre o Jùcaro. Pensar que todo está resuelto, sería una utopía. Faltan recursos en una provincia que como en todo el país siente los embates del bloqueo económico, financiero, comercial y cultural de los Estados Unidos con afectaciones superiores a más de 89 mil millones de dólares.
El conoce de esa realidad, pero la convocatoria al trabajo y a la eficiencia entre los avileños, y sus dirigentes, ha ido poniendo en crisis a ese “bloqueo” cubano de la inercia, el acomodamiento, el desaprovechamiento de los recursos materiales y humanos, el de no producir o el de no prestar el servicio de calidad. Hay una obra tangible que en pocos meses ha demostrado que sí se puede, aunque todavía existen cuadros con orejeras, con falta de iniciativa o desmotivados.
Recuerdo que el 26 de diciembre en un encuentro con los periodistas de la provincia, uno de ellos, José Aurelio Paz, agudo e irreverente, le dijo: _El pueblo está contento con lo poco que ya se viene haciendo, pero también afirma que escobita nueva barre bien.
Su reacción no se hizo esperar: -Ya verán que esta escobita barre bien todos los días.
En el pueblo, se afirma que es un enviado de Raúl Castro para que Ciego de Ávila deje de ser una aldea como en una ocasión, no muy lejana, le calificara el Comandante en Jefe Fidel Castro. Todo indica que sí, que es posible si el empeño de un hombre, de este Cuadro del Partido, se convierte en convocatoria permanente para todos en camino del bienestar de los avileños.
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