Ni un Pinochet más
Por Roberto del Valle Menéndez
El golpe político- militar ocurrido en Honduras el domingo último demuestra que las imágenes de terror en Chile con el golpe contra Salvador Allende en 1973 o en Argentina, Uruguay, Paraguay, Guatemala, Bolivia (…), con las sangrientas dictaduras militares que llevaron a miles de desaparecidos, asesinados y todo vestigio de democracia pisoteados, pueden volver a ser cotidianas.
Cuando las oligarquías cívico-militares ven temerosas que sus privilegios están en peligro recurren al golpe de estado para mediante las fuerzas militares imponer su estatus. La violencia vuelve a las calles, se persigue, se mata, se desaparece para hacer valer su poder. En la historia de los golpes de estado en Latinoamérica también ha quedado demostrado que detrás de cada uno de ellos, sin excepción, se encuentra la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el gobierno de los Estados Unidos.
Según un informe que recoge la participación de la CIA en el golpe de estado contra Salvador Allende, se reconoce: “A pesar de financiamiento mayor (…) para agosto de 1970 estaba claro (…) que Allende y la UP habían conseguido tal apoyo que Allende era claramente el candidato de delantera (en las elecciones presidenciales) (…).El 15 de septiembre (1970) el presidente Nixon informó al director (de inteligencia central) que un régimen de Allende en Chile no era aceptable para los Estados Unidos. Instruyó a la CIA a prevenir que Allende llegara al poder o derrocarlo y autorizó 10 millones de dólares para ese propósito.” (http://www.archivochile.com/Imperialismo/us_contra_chile/UScontrach0008.pdf)
Y esa política de intervención solapada históricamente ha caracterizado a los gobiernos de los Estados Unidos y su manifestación más reciente se dio en el fallido golpe de estado a Hugo Chávez en abril de 2002 o las acciones desestabilizadoras contra el democrático gobierno de Evo Morales, en Bolivia.
En su intervención ante el Grupo de Río, en Managua, este 29 de junio, convocado para condenar y actuar ante el golpe de estado en Honduras, el General de Ejército Raúl Castro, Presidente del Consejos de Estado y de Ministros, enfatizó: “Se decide allí el conflicto entre las aspiraciones del pueblo por un futuro mejor y los intereses de sectores oligárquicos empeñados en perpetuar un orden injusto e insostenible. Es un conflicto que trasciende las fronteras de Honduras y una expresión del peligro de regreso al pasado de dictaduras militares que, con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, en un pasado muy reciente aterrorizaron durante décadas a los pueblos latinoamericanos, y muy especialmente a los de Centroamérica y el Caribe, pero sin ninguna exclusión prácticamente.”
Y más adelante, teniendo en cuenta la experiencia acumulada, advirtió: ” El Gobierno de los Estados Unidos debe actuar en correspondencia con sus pronunciamientos y asumirlos con toda seriedad. Creo en la sinceridad que puede demostrar el presidente Obama y su Canciller, pero tienen que demostrarla con hechos, no con palabras.”
(http://www.cubadebate.cu/raul-castro-ruz/2009/06/30/raul-castro-discurso-cumbre-del-grupo-de-rio/)
El 28 de junio al conocer del golpe, el Comandante en Jefe Fidel Castro en su Reflexión Un error suicida, señaló: “Los golpistas, acorralados y aislados, no tienen salvación posible si se enfrenta con firmeza el problema.
Hasta la señora Clinton declaró ya en horas de la tarde que Zelaya es el único Presidente de Honduras, y los golpistas hondureños ni siquiera respiran sin el apoyo de Estados Unidos.”
(http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2009/06/28/un-error-suicida/)
Manuel Zelaya, el Presidente de Honduras, tiene como únicos delitos en su gestión de gobierno haber transitado de una posición conservadora de extrema derecha a identificarse con los procesos sociales más revolucionarios y socialistas de América Latina y el Caribe, adoptar medidas de beneficio popular, ingresar al ALBA y haber adoptado una posición valiente de exigir el fin del bloqueo de los Estados Unidos a Cuba y decidir en el reingreso de la isla a la OEA.
Esto, más su intención de una reforma constitucional con amplia participación y apoyo popular que permitiera la reelección presidencial, le llevaron a ser objeto de un golpe militar que el pueblo hondureño está enfrentando con valentía y dignidad.
Solo l a unidad del pueblo hondureño en esta histórica resistencia y el apoyo decisivo de las naciones latinoamericanas y caribeñas, y de todas las fuerzas progresistas de la comunidad internacional, pueden revertir la actual situación.
Los pueblos no quieren, ni permitirán un nuevo Pinochet.
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